La historia de Julia

Hace dos años conocí a una chica de Alemania. Nos encontramos en una aplicación de cartas. Charlábamos mucho, leíamos libros, y hablábamos en varios idiomas. Cuando uno de nosotros quería aprender algo, siempre lo discutíamos. Julia era muy inteligente; si no entendía algo, especialmente del alemán, me corregía de inmediato: "No, Wil, no significa eso". Siempre preguntaba por Bolivia y por mi familia. Un día, desapareció sin avisar, pero luego volvió, diciendo: "Wil, no era mi intención perderme. Si vuelve a pasar, escríbeme aquí". Y me dio su cuenta de Twitter. La vi por primera vez. Me dije: "Dios, es preciosa. Tal vez demasiado para mí". Después de eso, me despedí.
Esta no es solo mi historia, es la historia de Julia.
A finales de 2019, mientras mejoraba mi inglés y portugués en una aplicación llamada Slowly, recibí una carta desde Alemania. Provenía de alguien que se hacía llamar Yuleah. En su primera carta, me contó que hablaba bien español porque había estado en Bolivia haciendo un voluntariado en 2019 y además de que mi perfil en la app le parecía interesante.
Intercambiamos algunas cartas y la conexión fue instantánea: mismos pasatiempos, pensamientos similares, cumpleaños cercanos (el mío el 29 de Noviembre y de ella el 3 de Diciembre). En poco tiempo, nos volvimos buenos amigos, reiamos mucho, nos contabamos nuestros tristezas y mucho más. Pero de repente, Julia, su verdadero nombre, dejó de responder y desapareció.
Después de meses sin saber de ella, finalmente volvió, solo para desaparecer nuevamente poco después. Aunque me confundía su comportamiento, me alegraba escuchar de ella.
A pesar de sus idas y venidas, su apoyo fue invaluable en un momento difícil de mi vida: la enfermedad de mi madre. Aunque ella no sabía lo que estaba pasando, su compañía virtual me dio consuelo. Mi madre falleció en marzo de 2022, y un mes después, Julia volvió a escribirme, esta vez por Instagram, ya que habíamos intercambiado redes sociales. Me alegró escuchar de ella después de tanto tiempo, y volvimos a hablar durante algunos meses.
Sin embargo, sabía que eventualmente se iría de nuevo, y así fue. Hablamos por un tiempo más y luego volvió a desaparecer.
Intenté entender su situación, investigando y consultando a profesionales. Descubrí que su comportamiento no era intencional; su salud la hacía actuar de esa manera. Tardé en comprender que Julia necesitaba tiempo para sanar.
A finales de 2022, tomé la difícil decisión de despedirme. Lo hice por su bienestar, aunque me dolió profundamente. Antes de irme, preparé algo especial para su cumpleaños: aprendí lo básico de alemán y creé regalos digitales, incluyendo una imagen de una planta floreciendo con su nombre, simbolizando su crecimiento personal.
Te preguntaras ¿Qué decía el mensaje en la imagen? Dice: Eres tu propia plantita riegate y hablate bonito.
Le entregué los regalos y me despedí agradeciéndole por todo lo que compartimos, sin decirle que me alejaba para no afectarla. Simplemente me fui, y ella dejó de responder.
Permíteme presentarte a Julia, una persona llena de inteligencia, dedicación y valentía. Nacida en Alemania, decidida y amable. Esa es Julia.

